Crónica del quinto encuentro
Una vez más, los libros nos han hecho encontrarnos.
Ya casi hemos creado una tradición y vuelve a ser, por tanto, otro jueves por la mañana, a las once. Esta vez también en la Escuela y también con el aliciente de un pequeño almuerzo compartido. Parece que los libros y la comida se han unido para hacer más festivos y distendidos estos rituales lectores que nos han mantenido en marcha durante todo un curso. Y aún queda el que será el sexto, que cerrará este ciclo y abrirá otras puertas y otros proyectos, con los libros como protagonistas.
El colorido de las indumentarias y los matices luminosos que nos envuelven demuestran que estamos ya al borde de una nueva estación, el verano, que se adelanta. El tiempo está seco, raro, variable. Pero nuestros ánimos, nuestras ganas de leer juntos, son firmes, libres, fuertes.
“El secuestro de la bibliotecaria”, pequeño como texto, pero grande en matices, es nuestra lectura común en esta ocasión, casi a finales de mayo, casi a finales de curso.
Un grupo casi completo de la mañana, con su profesora como abanderada y los lectores habituales, más la alegría de caras nuevas en el encuentro, que no en la escuela.
Volvemos a presentarnos, rito y juego ya imprescindible, y resulta muy agradable ver cómo cada vez somos más expresivos y sinceros. Cómo damos más información sobre nosotros, sonreímos más, y nos sorprendemos a nosotros mismos y a los otros cuando, uno a uno, una a una, nos vemos en la situación de definir o justificar en pocas palabras nuestra presencia. Es un momento siempre muy especial que nos da un empujoncito de calidez y confianza antes de empezar.
Escuchamos en boca de la mayoría de los presentes que la Escuela ha ayudado a iniciar o desarrollar el hábito lector. Y cómo no confesar que un gusanillo de satisfacción recorre a los profes presentes durante unos instantes… Pero sabemos que no son los profesores solos, ni uno, ni dos, ni tres; es la Escuela , el clima, ese “algo” que empieza en las aulas y que conecta con nuestros intereses, gustos, deseos, necesidades. Es la oportunidad de dar y recibir información, formación, experiencias, y… de tener muchos y buenos libros a nuestra disposición. Y ahora, con los grupos de lectores que se van sumando al Club de Lectura inicial, es también el placer recién descubierto de que la lectura compartida se contagia.
Reconstruimos, más o menos atropelladamente y siempre con buen humor, el argumento del libro, que no por breve y aparentemente intrascendente y divertido, deja de tratar muchos temas, y que , después de revisar la historia entre todos, cada vez son más. Como siempre, sumamos puntos de vista y ampliamos las percepciones personales hasta que se hacen más anchas, largas, profundas, divertidas por supuesto, inesperadas, absurdas, constructivas, imaginativas, sociales, culturales, emotivas…
Hablamos de nuestras experiencias personales con las bibliotecas, las bibliotecarias, y algún que otro bibliotecario, la presencia o ausencia de libros durante nuestra niñez…
La protagonista, la señorita Laburnum una bibliotecaria joven, apacible, y aparentemente anodina, se nos revela como una mujer llena de energía, creatividad, ideas propias, valor, humor y rebeldía, al entrar en contacto con un grupo de bandidos que la secuestran. Unos bandidos un poco tontorrones que se dejan manipular y convencer con facilidad, pero que también aprecian y aceptan la ternura de los cuidados que Ernestina les ofrece mientras pasan el poco glamuroso sarampión infantil. O mientras les protege de la policía que les persigue. Pensamos que no deben de ser muy malos esos “bandidos” ya que no hicieron ningún daño a la secuestrada y porque poco a poco van conquistando su corazón. ¿Síndrome de Estocolmo? Algo más que eso, como vamos viendo hacia el final del argumento.
El terremoto que deja la biblioteca patas arriba y a nuestra gentil bibliotecaria enterrada, literalmente, entre libros, hace que los bandidos, agradecidos a Ernestina por sus cuidados durante su enfermedad, el sarampión, y por las lecturas y cuentos con que ha entretenido sus horas de reposo entre granitos rojos y sopitas reconfortantes corran a salvar la biblioteca, y a la bibliotecaria… Ayudan, mano a mano con la policía a reconstruir los desperfectos y allí aparece un nuevo elemento, el amor. El jefe de los bandidos, Bienvenido Bienhechor, declara a la protagonista sus intenciones románticas y le hace una propuesta de matrimonio, que es aceptada. Comentan los lectores que se veía venir algo así. Carcajadas.
La condición que pone Ernestina para aceptar la propuesta es que el grupo de supuestos malhechores abandone su mala vida y se conviertan en bibliotecarios auxiliares. Al final, todo es una fiesta de bibliotecas infantiles y un montón de actividades lúdicas y literarias que los ex bandidos organizan para el pueblo.
Pero, eso sí, los cartelones grises que prohíben hablar en las salas de lectura son arrojados al destierro. El talante de los nuevos empleados municipales, la banda de antiguos malotes, hace que todo se transforme y no se parece ahora la biblioteca infantil a la clásica biblioteca sesuda y silenciosa que suele aburrir a los niños. Ahora es salvaje, activa y muy muy divertida. Un poco gamberra y un poco “bandida , resulta ahora más atractiva y curiosa, con aquellos antiguos malhechores que conservan sus barbas negrazas y largas. Seguramente más interesante para los niños, que, como sabemos, adoran la transgresión y la conducta disparatada de los adultos.
La sesión es un poco más caótica y divertida en su desarrollo, lo que no impide que escuchemos con interés a los demás o hablemos con soltura de nuestras propias impresiones. Imaginamos la historia con un joven y hermoso bibliotecario raptado por una banda de bandidas. Interesante.
Hablamos de los trabajos y su distribución tradicional por sexos, de la separación de niños y niñas en las escuelas. Sabroso debate y reflexión.
Más risas y sonrisas. Nos gusta darle la vuelta a casi todo y hoy nos reímos mucho. Estamos un poco traviesos y bandidos nosotros también.
Hablamos de si es posible cambiar la conducta de otras personas, la pareja, los amigos, los hijos… Opiniones diversas otra vez, como debe ser. Y ejemplos personales de lo que nos ha sucedido a algunos de nosotros en este aspecto.
Hablamos del valor de las bibliotecas para la cultura, el ocio y la educación. Alguien cuenta su experiencia de haber encontrado, por esos mundos, carromatos-bibliotecas, autobuses-bibliotecas, bibliotecas online. Nos gusta mucho y nuestras mentes se disparan hacia las múltiples posibilidades de acceso a la lectura en pequeños pueblos aislados o remotos… .Un reto creativo que queda en el aire y nos hace imaginar otras vías del encuentro con los libros.
El almuerzo, verde , sano y delicioso, nos da más oportunidades de seguir intercambiando pensamientos, propuestas de nuevas lecturas, ricos bocados mojados con zumos o refrescos.
Los alumnos lectores no quieren que se acaben estos encuentros. Nosotros, los que hemos disfrutado de ser los coordinadores de tanta energía en marcha, tampoco queremos. Así que algo habrá que hacer ¿no? Lo haremos, entre todos.
Un encuentro más, en junio, y habremos llegado a algún sitio juntos, como pretendíamos desde el principio. No importa definir ese sitio, ya estamos allí.
Gracias a todos los participantes, una vez más.
Seguiremos encontrándonos en el camino de los libros y las historias compartidas. Hasta pronto.
Eivissa, mayo de 2014